lunes, 6 de noviembre de 2023

5. ACTIVIDADES DE MEDIACIÓN LECTORA

 SOPA DE LETRAS 

Encuentra los personajes que se mencionan en la obra literaria "Las cruces sobre el agua", haga clic en el siguiente enlace. 

https://wordwall.net/es/resource/63378463/encuentra-a-los-personajes-de-la-obra-literaria-las-cruces 

CRUCIGRAMA

Usa las pistas para resolver el crucigrama, deberás colocar la respuesta correcta en cada casillero, da clic en cada casilla y te saldrá la pregunta para que puedas escribir su respuesta. ¡ESTÁS LISTO! Comencemos. 

https://wordwall.net/es/resource/63380547 

ANAGRAMA 

Debes encontrar la palabra oculta, arrastra las letras a sus posiciones correctas para ordenar la palabra. Ahora si a JUGAR

Clic en el siguiente enlace.

https://wordwall.net/es/resource/63381731 

CUESTIONARIO DE PREGUNTAS 

Elige la opción correcta en cada pregunta relacionada a la novela "Las cruces sobre el agua". Clic en el enlace.

https://wordwall.net/es/resource/63384095 

4. COMENTARIO DE LA OBRA (Juicio de valor)

 Las Cruces sobre el Agua 

Esta novela fue publicada por Joaquín Gallegos Lara en 1946, mediante esta narración da a conocer los procesos de explotación de trabajo, la violencia, la frustración y la amistad, también la matanza de obreros en la ciudad de Guayaquil marcando asi el bautizo de sangre obrera en el Ecuador, bajo su realismo social crea dos personajes que serán el motor de su narración: de Alfredo Baldeón y Alfonso Cortés, como fue la trayectoria de su vida junto a sus padres, amigos, conocidos y su vida sentimental.  

Relatan la vida de Alfredo, que se dedicaba ha hacer pan para poder sobrevivir ante la crisis económica pero a su corta edad se enrola en el ejército para luchar en Esmeraldas, además de tener sus aventuras militares, comienza su vida amorosa. 

La novela se enfoca mucho en la clase social, donde los mas pobre no tenían voz y voto para exigir sus derechos, por otra parte la discriminación y prostitución, donde la mujer no tenia derecho a opinar, ni a estudiar solo tenia que dedicarse a las cosas del hogar.

Esta obra literaria tiene sus pro y contra, ya que deja una enseñanza de que un grupo de trabajadores por hacer protestas a sus derechos encontró la muerte y sus cuerpos fueron lanzados sin piedad al rio Guayas. Pero a pesar del sufrimiento y de la miseria, el ecuatoriano sabe sonreír.

Se menciona en la obra que cada 15 de noviembre se colocan cruces sobre el agua en memoria de los muertos que los militares echaron al río. 

sábado, 28 de octubre de 2023

3. Resumen Por Capítulos De la Obra "Las Cruces Sobre El Agua"

I CAPÍTULO

La Artillería 

Esta obra empieza narrando la historia de Alfredo Baldeón de una familia panadera hijo de Juan y Trinidad que vivían en la artillería que era un lugar de pocas casas y covachas; era tipo prisión. Alfredo tenia un gran resentimiento hacia Juan ya que el se daba cuenta de todo lo que le hacia a su madre Trinidad.

Trinidad y Juan casi siempre discutían y Alfredo lo presenciaba todo, Trinidad solo estaba ahí por su hijo ya que conocía todo lo que Juan hacia con otras mujeres, ella llena de dolor lo único que buscaba y necesitaba era salir de ese lugar. Trinidad cansada del mal trato de Juan decidió marcharse hacia Daule su padre le decía a Alfredo que ella los abandono, tras la ida de su madre, Alfredo se tira en llanto y se derrumba totalmente, ya en la panadería conoce a Alfonso Cortes, con quien entablo una muy buena amistad, Alfredo integro a Alfonso a la pandilla de la Artillería, todos no querían porque era blanco después de tantos conflictos entre ellos se dieron cuenta que él era como ellos.

Alfredo a llegar a la covacha vio un coche donde bajaban unas personas, el no sabía que hacer y llamo a la señora Petita, y le dijeron que aquí había un caso de peste bubónica o fiebre amarilla, el doctor estaba impaciente y le dijo que tenía que llevárselo porque si no contagiaría a todos en La Artillería, después de un rato lograron llevárselo a Segundo ya que el era el primer infectado en el pueblo, al venir el padre de Alfredo, le vio que estaba raro y le pregunto que le pasaba, Juan le dijo que parece que tiene la peste porque le dolía, Alfredo no lo pudo creer y no insistió en eso, después de ver que su padre no reaccionaba se lo llevaron al hospital, Alfredo todos los días había ido a preguntar por Juan, primero le informaron que seguía muy grave; luego que estaba lo mismo; la víspera le dijeron que parecía mejorar. No quería ilusionarse guardaba lo peor.

Desde el confín de El Astillero hasta los recovecos de la Quinta Pareja, donde la bubónica hacia su agosto, el carretón de bandera amarilla arrastraba su rechinar lúgubre, pero no bastaba, no era suficiente para el acarreo constante que provocaba la bubónica.

Alfonso y Alfredo dieron vuelta al cerro del Carmen y al encontrarse con una monjita joven quien asomó, con el hábito azul y la corneta tiesa de almidón blanco, le preguntaron:

¿Madrecita, a ver si me hace el favor de preguntar como sigue Juan Baldeón, cama 17; ya usted sabe cuál?

Juan Baldeón está mucho mejor, quizá el domingo se le de el alta. La providencia te ampara, chiquitín.

Desde el fondo de todos los momentos de su vida, después, siempre una mano blanca le habrá de llamar; solo un día supo a donde.  


                                          II CAPÍTULO

El Primer viaje de Alfredo Baldeón

En este capítulo Alfredo Baldeón junto con él su taita y su madrastra Magdalena se fueron a vivir hacia la plazuela de Chile, después que su madre los abandonara. Alfredo Baldeón con apenas 15 años de edad.

Alfredo Cortes y Onésimo querían ir hacia la guerrilla a defender a los negros, Alfredo sabría que extrañaría a su familia, pero asi ya no tenía que estudiar y dejaba de luchar con las ganas de meterse a la cama de su madrastra, pero era ella quien más sospechaba de su proyecto de partir, la madrastra hablo de sus actitudes sospechosas con su padre, pero él le dijo que era así por su madre. Alfredo se iba a ir al amanecer, él pensaba que si vencía con los negros el saldría soldad, él estaba esperando irse antes que su padre viniera, sabia que la guerra le daría muchas mujeres. Al darse cuenta su padre fue a intentarle buscarle por todos lados, pero eso no hizo falta ya que Magdalena encontró en el catre una hoja escrita por Alfredo donde le decía a su padre donde se iba y porque, le dejo escrito que ya estaba cansado de la escuela y que se iba a la guerra porque el mismo quería.

Alfredo se había hundido en el tema de la guerra y en unos meses creció unos dedos más, se convirtió en un soldado o más dicho un guerrillero, nada nuevo le impresionaría a Alfredo, pronto adquirió buen tipo para manejar el fusil.

Carlos Concha levanto la rebelión de los negros para vengar a Alfaro. Alfredo no hizo nada en el enfrentamiento se puso a descansar en una piedra en forma de tortuga donde una sambita se le acerco, ella era Trifila era hija de Remberto Mina y Juana era justo pagarle así a su padre, al fin el sueño apagaba el deseo de acostarsela. Después de su larga permanencia en el rancho, Trifila le lavaba su ropa, le hacia la cama, le preparaba la comida y otras cosas.

Ella y él sentía una gran atracción y el ultimo día que estaría Alfredo en la hacienda entro a la alcoba de Trifila y la cogió de la mano, ella le dijo que era un malo por dejarla pero de todos modos la dejo no más. 


III CAPÍTULO

Las Montiel

Alfredo estaba un poco triste su papá quería que estudie, pero él no quería, él quería ser mecánico, él ya estaba muy grande para ir a la escuela ya que los demás se le burlarían.

Se reunían a jugar con los montieles, jugaban cartas, Alfredo andaba con Felipa y Alfonso con Margarita, hacían peleas por mujeres.

Magdalena cuidaba bien a Alfredo y a sus hermanos cuando llegaba el padre le tocaba la frente y en tono burlón le decía cangrejo. Mientras que los vecinos, obreros de las fabricas de chocolates, escarbadores, policías, estallaban en disputas con sus mujeres o contaba destempladamente. Ellas lavaban, cocinaban o peleaba a gritos de puerta a puerta. Los hermanos de Alfredo se apegaban a enseñarles sus trompos mugrosos y quiñados, sus fichas de sacar votos, las figuras de las petacas de los cigallos. Al día siguiente mismo de su regreso, halándose todavía muy mal lo visito el amigo Alfonso y ambos se alegraron, la cara morena de Alfredo resaltaba en la cama; a través de la flacura se acusaban sus fracciones. Al volver de Esmeraldas, Alfredo hallo al padre dueño de la panadería porque el viejo Adriano Rivera le había cedido La Cosmopolita para que page como pudiera pues los dos amigos fueron a jugar con unas amigas de su prima de Alfredo pues Margarita era una joven de boca pequeña y gruesa, mientras que su hermana Felipa era gorda y de fracciones mas toscas. Margarita y Alfonso se estrecharon la mano se miraron a los ojos en ese momento Alfonso alcanzo a ver a un muchacho de unos diez años, sin zapatos haraposos y con el pelo greñudo y revuelto pues era Emilio hermano de las chicas novias de Alfredo y Alfonso pues de apodo por su fisionomía le decían Mal puntazo. Después de un cierto tiempo que salían Alfredo con Felipa y Alfonso con Margarita un muchacho de nombre Moncada a quien le decían La víbora, se había fijado en Margarita pues Alfonso quería pelear con el muchacho, pero no le preocupaba demasiado la posible variación de Margarita pues el ya empezó a aburrirse con ella y si peleaba era por la hombría y el respeto.


IV CAPÍTULO 

Los apuros de mano de cabra

Mano de cabra era un hombre que daba trabajo a chicos como Alfredo, a él y algunos amigos, el trabajo en el taller de cabra no era de la ciudad hace años era teniente político.

Andaba también con las mujeres, problemas de estudio y en el trabajo los muchachos querían hacer huelgas porque mano de cabra iba a bajar el jornal a todos maestros, obreros y oficiales. A mano de cabra lo querían agarrar, putearlo, pero se daba la huelga. El carácter de mano de cabra no era el más aguantable de todos, la verdad era que el pobre mano de cabra tenía una razón muy personal para ser así, un día en el que sus trabajadores, entre ellos Alfredo, se reunieron para quejarse de mano de cabra y burlarse de él, uno de ellos al cual apodaban pirata les contó que mano de cabra no era de la ciudad hace años era teniente político.

Un día fue a una fiesta donde le contagiaron una enfermedad sexual, no pudo sanarse y tuvieron que caparlo, Alfredo decía que como podía él vivir, así como podía soportar el que ninguna mujer jamás se sintiera gozos a su lado como lo hacía Felipa con él. Alfredo le había hecho suya sin tener que sacarla a un cuarto, con el tiempo Alfredo se aburrió de Felipa y decidió alejarse de ella pues decía que lo de la lavandería era puro capricho. Alfonso conoció a Pepina quién era hija de su profesor de música al cual después de silbarle las notas que a Pepina le habían gustado mucho se había dado el trabajo de sacarlas en el piano, Alfonso pudo escuchar su propia música y en el piano lo cual le contestaba mucho aquel señor enseñó mucho a Alfonso hizo que el empezara a amar a Beethoven. Alfonso era la esperanza de su familia, sus hermanas y su madre trabajaban para que él pudiera estudiar. Pero, cómo seguir de señorito cuando la vida estaba tan cara y como lo que su madre y sus hermanas ganaban yo no les alcanzaba ya no era posible seguir así, sus hermanas no tenían juventud solo vivían para coser y coser eso no era vida y menos a la edad que ellas tenían. Así que decidió que tendría que dejar de estudiar.


V CAPÍTULO

La Hermana

Alfonso se levantó en la madruga al sentirla presencia de Paca en el filo de su cama, al lograr escapar este se encerró en el baño pero en un descuido su hermana lo mojo, Carmela llamaba a su mamá para decirle que sus hermanos habían hecho un encorchadora en la casa y le decía a Paca que la respete y no la vaya a mojar ya que ella era la hermana mayor, igualmente Alfonso le pedía a Paca que si lo dejaba salir sin mojarlo le traería dulces así que por los dulces y porque su mamá ya venía acepto el trato.
Después del almuerzo Alfonso fue a buscar a Alfredo se divertían junto con la hermana de Baldeón y su prima Laura ya que comenzaron a lanzarse bombas de agua, iban empapados pero el calor pedía más agua y así recorrieron todo el barrio observando como todos se divertían jugando carnaval. Alfonso paso por casa de Pepina pero no había nadie fueron en busca de sus primas María, Gloria y Piedad para seguir jugando carnaval ellas llamaron a Alfonso y a Alfredo para que subiera a su casa pero Alfredo no quiso y Alfonso fue solo temeroso de que mojaran y apenas puso un pie en la puerta lo empaparon pasaron jugando hasta que llego la mamá y se enojó por el desastre que habían hecho.
Emilio estaba muy enojado y empezó a criticar el gusto que tenía Baldeón por Leonor porque era pobre, asusto a Margarita y la empezó a seguir al ver que se fue con Alfredo para avisarle a su madre que ella estaba muy diferente maquillada, con vestidos de seda y tacos altos al escuchar todo esto su mamá pensó que ella era una desagradecida, pero justo en ese momento para un tranvía y de ahí bajo Margarita y abrazo muy fuerte a su madre sus hermanas también salieron a recibirla, ella regreso para quedarse porque a su marido lo habían metido preso. Margarita observaba el paisaje con gran nostalgia, Emilio se encontraba enamorado de Gloria desde el día que jugaron carnaval, María lleva a casa a Enrique a pesar de la resistencia de su familia, al sentarse alrededor de la mesa hubo risas indescifrables, miradas sorprendidas, a lo que Alfonso se iba empezó un coqueteo mutuo con Gloria al despedirse la atrajo por el taller y la beso entregándose uno al otro pero en el fondo tenían miedo. Enrique le tomo más afecto al sobrino pero no le parecía inteligente porque era un vago que no daba beneficio a sí mismo ni a su familia. Después el padre de María empezó a hablar bien de Enrique a su conveniencia.
Todas estas mujeres tenían mala suerte en especial Felipa que estaba tras Alfredo quien no la quería.
Margarita empezó a imaginarse que estaba en la ciudad y a todos les gustaba porque era muy bonita hasta se pelean por ella Cortez y Moncada, ella estaba enamorada de Cortez pero se queda con Moncada el cual resultó ser un desalmado porque un día la emborracho y la llevo a un burdel en donde a punta de golpes le obligo a trabajar en eso mientras el cobraba a los hombres que estaban con ella, al final logra escapar porque a Moncada lo meten preso y ella abofetea a Emperatriz, su madre la hace reaccionar para avisarle que tenían que ir al entierro de Ignacio quien se había suicidado por amor y para acompañar a su madre ya que estaba desecha, después volvió a imaginarse que Moncada la asfixiaba, Lucho le clavaba las uñas, y mal puntazo se reía. Todos se preguntaban por Felipa ya que era muy tarde y ella no aparecía.

VI CAPÍTULO
El segundo viaje de Alfredo Baldeón

El capítulo comienza narrando la historia de cómo era antes la vida en la quinta la Florencia como los roncos ladridos de los tres perros grises guardianes de la Florencia y como estos pasaban encadenados en la caballeriza, recuerda como las pandillas de chicos gritaban las mulas las mulas... aquí aparece Leonor que no era ni esquelética ni matada y el chofer del camión quien se llamaba Darío a Leonor él le parecía un viejo antipático a más odiaba su facha, su overol mugriento, este muchacho le acortejaba cada vez que tenia oportunidad, esto para Leonor se volvió cada vez más intolerante y esto fue aún más cuando Alfredo apareció a inquietarla. Leonor era una muchacha que desde que trabajaba había vivido sin saber en nadie mucho menos en el amor. Alfredo a la mañana siguiente comenzó a acortejar a Leonor, ella ya sentía una gran atracción hacia Alfredo, todo en él le inspiraba simpatía y al paso de los días Leonor encontró en Alfredo el amor.
Alfonso se reencuentra con Gloria, ellos comienzan a vivir ciertas aventuras en las caballerizas, ciertas apuestas y ciertos momentos que hacían que Alfonso cada vez se fijara más el Gloria, Alfonso se va enamorando de ella ya que era una chica muy audaz cierto día había ingresado en el cuarto de Alfonso solo en una corta pijama, él le veía con unos inquietantes y llenos de emoción y admiración no podía creer lo que tenía antes sus ojos, cuando todo parecía de os más bello entre los dos, Alfonso se da cuenta que Gloria solo quería jugar con él y lo que ella sentía no era más que un simple interés, a pesar del paso del tiempo y de que Alfonso estuvo con otras mujeres nunca la pudo olvidar a Gloria ya que le tenía impregnada en su piel.
Esta fue una época llena de fiestas, tragos y varias mujeres con las cuales compartieron muchas aventuras juntos; en estas fiestas Alfonso conoce a Rosa Ester con la cual se divertía en las fiestas y al paso de copas comenzaron a sentir sus cuerpos uno con él, él lo abrazaba peo aun así no pudo dejar de invocar a Gloria, mientras que Alfredo salía con Rosa Elena, en este capítulo Manyoma que es el más famoso matón de la quinta y con quien Rosa leña vivía sale de la cárcel; Alfonso y el pirata se enredan a puñetazos contra los intrusos con esta pelea es pueblo se alborotaba. Alfredo Baldeón encamotado por una muchacha era casi invisible, Manyoma y los suyos huyeron y por mucho tiempo en la quinta se habló de esta gran pelea y las tres Rosas habían premiado a entre sus piernas y brazos a los vencedores.

VII CAPÍTULO
Intermedio de amor y de recuerdos felices 

Alfonso de regreso a casa encontró un rotulo que decía viva Tamayo, Aquí aparece Violeta quien se le robo los ojos a Alfonso por su silueta fina y su gran vestido negro; la familia de Violeta se había cambiado a vivir en el piso alto de la casa de Alfonso, él pensó que él le daría trabajo la vida miserable que él tenía con el salario que no le servía de mucho ya que tenía muchas obligaciones y deudas que pagar. El sueño de la madre de Alfonso era que el terminara su carrera, pero la pobreza de la casa era cada día más ya que no tenían dinero.

Desde que apareció violeta comenzaron a salir dar vueltas, en una noche. Violeta ofreció a Alfonso que tacase el piano, toco varias piezas de moda, el instrumento dócil y afinado se ganaban las manos; la noche helada de afuera, la noche de la ciudad, d calles de cascajos y bledos de cercas coronadas de reseda de mulatas calientes y de perros sin dueño, venían a poner su letra de miseria y abandono. Violeta querría a Alfonso por un prodigio, tocar de corrido su música aun no escrita, ya no por agradarle sino por entrar en su espíritu. La señora Elvira lo invito a ir a su casa las veces que Alfonso desee ya que el piano era ya como tuyo. Violeta y el piano lo habían estremecido hasta las raíces de su ser, el misterio musical retornaba cotidiano a obsesionarlo en la casa, la oficina, en la calle.

Había aprendido música con el profesor Albert a quien conoció en el colegio Roca fuerte y cuya hija Pepina con quien trabo gran amistad. Albert en una ocasión escribió uno de los ritmos que Alfonso escuchaba en sí y que solo silbando podía expresarlo.

Por sus aficiones musicales, Alfonso trataba un tanto a los del oficio en la ciudad entre ellos al maestro Odilón Cervantes.


VIII CAPÍTULO

Los barrios silenciosos

Resaltando en sus manos negras, secas como bejucos, la ropa almidonada se veía de leche.
¿Quién querría molestarla? Quien quiera que fuese era un intruso en semejante día. Nadie le traería consuelos, ni ella los toleraba. Toda su vida había pasado tiesa como palo de escoba, sin apoyos ni lloriqueos.
La voz de Petita era entre ronca y cascada
-¡Ajá, comadre, qué milagro! Véngase.
Como los de todas las covachas, el cuarto era de tumbado bajo, y estaba ya oscuro en la tarde invernal.
En el barrio se supo cuando regresó la hija de la vecina Jacinta.
Le acumulan un robo comadrita! Yo especulo que no ha de ser. ¡Pero capaz! ¡La desgraciada! ¡Y estas perras mujeres! Para darles sedas y chapas a la Margarita ha de haber sido...

-Yo no sé qué le pasaría; regreso, estuvo un tiempo con la mama, y de nuevo se largó. ¡Y que no se fue con nadie! Habría quedado ya maleada.
-Bueno comadre Petita, aunque él sea como quiera, siempre una es madre y le duele.

"¡Eso sí que es de veras, comadre! Las que yo estoy A otra no le hubiera contado. María era su comadre y vieja amiga. ¿Cómo ocultarle lo que de todos modos se sabría? Ese día había ido, envolviéndose en su manta de seda, intacta, aunque hacía tantos años que Pareja se la trajo de Lima, a la Escribanía, a firmar la venta de la covacha.

Perder la covacha era perder un pedazo del axis. Y qué era su covacha, ¿todas las covachas semejantes entre sí, que ocupaban manzanas y manzanas? ¡Barracones de caña con los techos perforados y los pisos, podridas las tostas, flotando las tablas sobre el agua y fango! ¿A eso llamaban ciudad, solamente porque en el centro los ricos?

'Oye, Juan, ¿Vos conoces a una tal Leonor que era mi muchacha, que es obrera de la fábrica de cigarrillos y vive o vivía, al lado de la caballeriza La Florencia, Sí, ¿ahí vive todavía? Ardía la palma de él, en el hombro suave de Leonor.


IX CAPÍTULO

Puerto Duarte

El bullicio escolar sacudía a la casa de madera mientras Alfredo se fijaba en la sonrisa de Antonio frente a los chicos y chicas de la escuela, en la escuela se podía ver la alegría que ni el paludismo ni el hambre conseguía quitarles a los estudiantes, los abecedarios en los pizarrones y muchas otras cosas traían a Alfonso recuerdos de cuando se recitaba cantado el abecedario.

Alfredo después de renunciar al trabajo decidido vender pan por su cuenta, pero él se dio cuenta que el negocio del pan cada día bajaba la venta por que las personas ya no tenían dinero algunos andaban la mitad desnudos los niños ni guineo comían. Alfredo se levantaba en las mañas y salía vender el pan, pero el problema no era los esfuerzos que el hacia para levantarse y salir de su casa, sino que las personas no solo el sino todos estaban pasando por una crisis económica terrible además lo peor era que las personas que tenían un trabajo era unos esclavos en esa época era como vivir una segunda esclavitud porque las jornadas de trabajo eran muchas y el salario no alcanzaba para mantener a una familia. Debido a estos maltratos que sufrían no solo Alfredo sino todos los trabajadores del Ecuador los trabajadores se organizaron y decidieron salir a huelga y exigir sus derechos que habían sido pisoteados y no los hacían respetar así que tanto panaderos como los panaderos sino todos los trabajadores los de las jabonerías, de las curtiembres y en general todos salieron a protestar y así se inició el paro de los trabajadores.


X CAPÍTULO

Fuego contra el pueblo

Empezó la agitación y las reuniones para poder decidir qué hacer si iban a paro o no y esto empezó a aumentar la tención de Alfonso, al llegar a la reunión no encontró lugar en las bancas así que se arrimó a un balcón, y Alfredo que vino con Alfonso tubo que subir a la mesa de comité de huelga. Alfonso se mantenía entre los demás dirigentes inquietos y sin lanzar una sola sonrisa. Las paredes de tablas sin pintar encrudecidas por la luz de las linternas, pendían de estas paredes los retratos de los viejos fundadores, de la institución. En la sesión vio muchas gentes tantas nuevas como conocidos, pero le parecía increíble que estas personas estén ahí, pero eran los mismos hombres que el exceso de trabajo los había embrutecido, eran quienes terminaban su trabajo con un vaso de aguardiente y que su entusiasmo solo despertaba cuando veían el boxeo, en la sesión lo que preguntaba era ¿Qué es el Ecuador? Preguntas de que si esto serviría para algo.

Pero esto lo llevo a recordar cuando era niño y empapelaba sus cometas también recordó cómo aprendió las palabras libertad y pueblo, estas palabras las aprendió de los libros de Montalvo que le dio su abuelo, también pensó en Don Leonardo el padre de Violeta, pero estos pensamientos que vienen su mente eran porque en la agitación de ese instante aprendió a ver la patria en el pueblo: Baldeón repitió una frase que había escuchado en Lima "Los que se avergüenzan de ser pueblo, no son hombres". Alfredo le había contado las interioridades del movimiento. El paso carecía de unidad, la tendencia independiente era minoritaria dominaban los viejos mutualistas, abundaban los agentes patronales del gobierno y los partidos políticos opositores.

La lucha interna se entablaba precisamente por los objetivos de la huelga, primero lo que reclamaban era mejores salarios y menos horas de trabajo, y hacer cumplir la ley de 8 horas alegando que el alza de salarios no servirá de nada por la devaluación de la moneda por eso decían que la causa real del hambre es que el dólar ha subido de dos a cinco sucres casi de golpe. Alfredo creía que lo urgente era atender el hambre y que la fuerza del pueblo debía aspirara a más, en una nueva reunión se discutía el asunto por quinta vez pero ahora ya no era a puertas serradas sino era una reunión popular, entre la marejada que Alfonso estaba presenciando vio entrara a un grupo de mujeres y reconoció la cara de Margarita que era una chica muy guapa y muy bonita eran unas mujeres que hacían colectas para las familias de los protestantes y se hacían llamar las de las del Rosa Luxemburgo cosían banderas rojas acudían a las asambleas y desfilaban en las manifestaciones cantando el Himno Hijos del Pueblo.

La manifestación comenzó y se hiso en la Plaza de San Agustín y salieron a las calles, mujeres y muchachos se asomaban a las puertas y muchos hombres salían siguiendo la protesta y apoyándolos, lo que ellos no se esperaban es que el gobierno iba a reaccionar de un modo cruel y demasiado sangriento. Los gritos de las personas sonaban en la plaza como el mar exigiendo sus derechos el que habla va ahora era uno de los de la Federación Regional, era demasiada gente nunca se avían lanzado tantas gentes a las calles Gallinazo suponía que era todo Guayaquil menos los ricos, iban tan juntos que no se notaba los zarrapastrosos pantalones y las camisas mojadas de sudor, y entre todo ese calor empezaron los disparos y las personas empezaron a decir que están hachando bala se empezó a oír los fusiles, las personas se dispersaron y la tropa los seguían sin pensar que antes eran como ellos unos trabajadores pero ahora solo son parte del ejercito los soldados disparaban, acorralaban al pueblo hacia el malecón en la calle del Pichincha había sido peor los soldados habían entrado por otras esquinas, a los cadáveres los arrojaban al río con la panza rota para que no floten.


XI CAPÍTULO 

El último viaje de Alfredo Baldeón

Leonor le hundía los dedos entre los cabellos, reteniendo la frente entre las palmas cálidas. Antes pudo confundir su cariño con el orgullo de llevar del brazo a una muchacha blanca o con el hechizo de las noches en el catre de las caricias quererla era una adhesión de ser o ser. En la calle Santa Elena debían tomar distintas direcciones el amanecer olía a tierra húmeda, tras una cerca aulló un perro, el perro como respondiéndole volvió a aullar. Alfredo iba a lanzarle una broma, hoy pensaba en irse a trabajar a su lado, desde chico vivió lejos de su vieja (Leonor). Ella tiene su genio, le había explicado el padre de la separación, pero la verdad era otra, ya que Leonor tenía un carácter como un angelito.

El calor de los cuerpos acunados se compenetraba, lo fundía en un solo anhelo la presencia en ella del hijo, carne de los dos. Alfredo se volvió con la sonrisa que a ella le parecía que le asoleaba los ojos y la dentadura, usted es una gran suegra señora Panchita, demasiado buena para el mataperros de su yerno y para lo que va a ser el malcriado de su nieto. Le dolía ver el almuerzo de Leonor sin leche, sin pan “el perro ni por la perra se afana, el gallo escarba solo para la gallina”. El sol ahora a todo fuego tostaba sabana la hierba se encartuchaba, se pulverizaba los terrones, él cedió porque se acusó de lo que ella padecía, acepto que no hay que ocuparse sino de su gente. Alfredo no supo porque le miró al vientre su delicada redondez elevada de la tela clara del vestido. Querría decirle muchas cosas ella silenciosamente sonrió y él se llevó la sonrisa

Junto al Grifo contra incendios el viento caliente desparramaba un montón de basura aparte del grupo de obreros los aguardaba en la esquina de la flor de Guayas la calle aparecía desierta. Este rato confundía la nunca pudo, sembrada de motas de Mosquera con la del capitán Medranda. Las perchas los tubos del gas corroídos el olor a leudo y a cucarachas, eran los de los otros tiempos los soldados jugaban barajas en un banco, los rompe huelgas que de una ojeada conocieran no era del oficio amasaban atareados.

 Alfredo había cogido de un rincón una botella. Habían encerrado a los pocos en las varengas, con las mesas nevadas la harina. El silencio en el galpón se exhalaba de los dos. Muertes que empezaban a engarrotarse que les imponía su presencia, las retenían. Antes de moverlo el barrio se encabritó en el cierrapuertas, grupos dispersos corrían hacia El Astillero. Alfredo supo lo que le anunciaba la corazonada en Esmeraldas.

Luego de cientos de armados ataquen a trabajadores que reclamaban por sus derechos y por una mejor situación económica los trabajadores comenzaban a elevar su voz exigiendo mejores condiciones laborales, salarios más justos y dignos. La otra parte de la represión del gobierno los panaderos, los ferroviarios, los trabajadores en general comenzaban a organizarse llevando la lucha a nuevos y mayores niveles, la represión por parte de los militares hacia el pueblo no se hacía esperar la orden era disparar a matar el gobierno y los sectores poderosos reprimieron la protesta con extrema dureza, centenares de obreros fueron muertos a balazos quitaron su viseras y sus cadáveres arrojados al río del Guayas que se tenía de rojo. Juan Baldeón después de saber de la tragedia de aquel día junto con blanquito fueron a buscar Alfredo que se habían ido a las manifestaciones y aún no llegaba a casa, luego de buscar en hospitales Juan Baldeón encontró el cuerpo de Alfredo reposando junto al cuerpo de Mosquera para lo cual no sabía cómo se lo comunicaría a Leonor sobre la muerte de Alfredo.


XII CAPÍTULO

La esperanza

Iba con lentitud, bajo la pesadez de los pensamientos. La compaña de San Alejo cuyos dones aleteaban en la llovizna sobre el parque Montalvo, fresco de húmedo aroma de flores de almendro, despertaba en Alfonso remotos ecos.

Otra vez estaban en Guayaquil, todavía tropezaba novedades, dice no en vano vuelan los años. Ñaño, bromeaban a las hermanas que no vaya a pasarte como a Tama ese que le decían lord caca. Todas las mañanas desde que retomaron, dejaba a la madre mimando a los nietos, y salía a sentir la ira, a la rotonda, que con sus follajes reemplazaba el malecón pedregoso de antes.

Las ciudades viejas guardan recuerdos, pero Alfonso Cortes autor de la música sinfónica que expresaba el destino y la esperanza de su gente, ejecutada en América entre el entusiasmo del pueblo y el escándalo rabioso de los críticos, no era de los que se apegaban a la carcoma histórica; se había robado el viejo Guayaquil, eso no era lo importante si no ¿Qué habían puesto su lugar? Cuantos parques, unos muelles y algunos edificios eran todo lo nuevo, pero mientras tanto fuera de cincuenta manzanas centrales, la ciudad continuaba achatada en casuchas y covachas, sin agua y azotadas de pestes. Respiro la brisa almizclada de la marea y el olor a pescado frito de las balandras cholas. No debía sr Guayaquil la que seguía igual. En los calientes campos costeños, los hacendados, y la rural continuarían manteniendo a balazos la esclavitud de los montubios. En los pocos días después del regreso, leyendo los diarios, conversando con unos y otros lo había percibido; su pueblo seguía a ciegas a tropezones y caídas. Los cargadores se cubrían los hombros chorreantes, con saco de crudo, los transeúntes se refugiaban en los portales.

Alfonso amaba el aguacero siempre había despertado en su pecho salvajes fuerzas, llego a la barandilla final; el espacio se abrió ante él. De repente, por el extremo de los muelles, más allá de canoas y barcas, Alfonso vio recostarse escueto un grupo de negras cruces, se erguían flotando sobre boyas de balsa; eran altas de palo pintado de alquitrán, a su alrededor, el agua se hacia claridad líquida, pareciendo querer serles aureola. Todos los años, hasta hoy ni uno han faltado. Las ligeras ondas hacían cabecear bajo la lluvia a las cruces negras, destacándose contra la lejanía plomiza del puerto. Alfonso pensó que, con el cargador lo decía alguien se acordaba, quizá esas cruces eran la última esperanza del pueblo ecuatoriano. 


2. ILUSTRACIONES


Collage💫


1. LAS CRUCES SOBRE EL AGUA

 BIOGRAFÍA DEL AUTOR

Autor: Joaquín Gallegos Lara.

Ilustración 1
(1909-1947)

Joaquín Gallegos Lara nació en Guayaquil en abril de 1909, hijo de Joaquín Gallegos del Campo y de Emma Lara Calderón, nació con una grave lesión en la columna vertebral que le atrofió las piernas impidiéndole caminar. No pudo asistir a la escuela y se dedicó al estudio autodidacta en casa, dominando los idiomas francés, alemán, italiano y ruso. 

En 1935, estaba destinado en Quito y conoció a Juan Falcón, un mulato que debía llevárselo sobre sus hombros.

Autor de una serie de cuentos publicados en la colección “Los que se van” (1930) con Enrique Gil Gilbert y Demetrio Aguilera Malta.

Integró el grupo Realismo Social Ecuatoriano de Guayaquil, en el que además de los grupos mencionados también estaban Alfredo Pareja Diezcanseco y José de la Cuadra.

En 1943, como miembro del Partido Comunista, se incorporó a la Acción Democrática Ecuatoriana.

El Municipio de Arroyo del Río, Guayaquil, le otorgó la medalla de oro, la cual le fue entregada el 9 de octubre. 

En 1946 se editó su novela Las cruces sobre el agua, a inicios del siglo XX y en la que sus protagonistas se ven involucrados en la masacre de obreros del 15 de noviembre de 1922 perpetrada por el ejército en Guayaquil. Fue autor de otras dos novelas: Los guandos y La bruja, inéditas hasta el año 1982, en que Nela Martínez, esposa del autor, finalizó y publicó Los Guandos.

En 1952, se publicó su ensayo Biografía del pueblo indio (finalizada en 1936).

Casado en 1934 con la escritora Nela Martínez Espinosa, de la que se divorció poco después. Joaquín Gallegos, falleció el 16 de noviembre de 1947 en Guayaquil, Ecuador.

5. ACTIVIDADES DE MEDIACIÓN LECTORA

 SOPA DE LETRAS  Encuentra los personajes que se mencionan en la obra literaria "Las cruces sobre el agua", haga clic en el siguie...